Ya conocí la tristeza en el alma ajena, en los ojos de los demás, vi violencia y maltrato y nunca olvido que también pude ver salir el sol una cantidad ya infinita de veces.
El tiempo se lleva todo, es cierto que cura y alivia también si uno aprende a esperar y no desesperar.
En el camino algunas cuantas muchas personas me soltaron la mano y recién ahora puedo asimilar del todo la idea de que ser libre significa dejar que los otros sean libres también. Libres de amarnos, de partir y de regresar.
Noté como un país se cayó entero a pedazos, como Buenos Aires se desmoronaba sin perder su alma tan de piedra y un orgullo que tal vez sea lo que en el día de hoy le impide levantarse. Sin embargo en el medio de la ciudad hice una parte de mi a la música más hermosa y con el tiempo me descubrí enamorada de esto, lo más simple, del poder entender que lo que más alivia es recibir y despedir a los demás con un abrazo, me enamoré de sentarme en el piso, de una persona que me dibuja y desdibuja con toda su luz, de que una sonrisa se puede transmitir, se contagia y siempre hay alguien que la necesita
.
Es inevitable pensar y sentir que todo se está por caer pero sin embargo en el fondo una sirena de calma me indica que a pesar de todo es bueno para alguien poder ver y sentir cada una de esas cosas. Nunca nada viene solo, nada es por su cuenta sin traer aparejado algo atrás… y eso no necesariamente esta de más.
Ya toleré el saberme callada, caminé por otros y dejé que otros caminen por mi pero ahora desde hace un tiempo, etapas quizás, camino sola y dejando que unos pocos me acompañen en mis laterales.
Ya estuve sin saber para donde correr, di vueltas sobre el mismo punto disimulando lo malo y esperando el abrazo, el verano o simplemente que tal vez esta vuelta el cambio de hojas traiga calma; quizás con su caída, quizás con la certeza de que ese cambio siempre florece y es otra vez nuevo y es lleno de vida.
Así fue, siempre, como todo lo malo pasa
gracias al abrazo, a la sonrisa o a que hay
cosas simples que juntas
logran formar una totalidad de un algo que
permite que abrir los ojos no necesariamente
sea revolcarse en una
realidad que no queremos ver; que abrir los
ojos puede ser para darse cuenta de que
extrañar un mundo no
siempre trae angustia y de que aunque nos
desesperemos en el medio hay tiempo,
siempre tiempo, para todo lo
demás.
Entonces espera, che, que esto sigue.
Todo el tiempo hay mas...
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